jueves, 26 de octubre de 2006

Introducción

pasteare algunas cosas, de Zizek particularmente, q leo y me interesan... es un filosofo bastante pedagógico, aunque no dudara en cagarse en explicar algunas cuestiones, menos en desordenarlas... el texto sigueinte esta sacado de A propósito de Lenin, politica y subjetividad en el capitalismo tardio, editorial ATUEL, 22 pesitos bien gastados...
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Cinco: ¿Lenin amaba a su prójimo?




[...] En la pelicula Romance de Catalina Breillat, hay una escena fantasmática que representa perfectamente la radical escisión entre amor y sexualidad: la heroína se imagina a sí misma desnuda sobre su vientre, en una mesita baja dividida al medio por una partición, con un agujero por el que pasa solo el cuerpo. Con el lado superior de su cuerpo, ella se encuentra frente a un tipo tierno y bueno con quien intercambia suaves palabras amorosas y besos, mientras su parte más baja del cuerpo se expone a uno o más montantes de una máquina sexual que la penetran feroz y repetidamente. Sin embargo, el verdadero milagro ocurre cuando estas dos serias coinciden momentáneamente, cuando el sexo se “transubtancializa” en un acto de amor. Hay cuatro maneras de renegar de esta conjuncion imposible/real del amor y el goce sexual: (1) la celebración del amor asexual “puro”, como si el deseo sexual hacia el amado demostrara la inautenticidad del amor; (2) la aserción opuesta del sexo intenso como “lo único real”, que reduce el amor a un mero sueño imaginario; (3) la división de estos dos aspectos, su asignación a dos personas diferentes: se ama a la propia tierna esposa (o a la Dama inaccesible idealizada), minetras se tiene sexo con una señora “vulgar”; (4) su falsa fusión inmediata, por la que se supone que el sexo intenso demuestra que se ama “de verdad” al partenaire, como si, para demostrar que el amor es verdadero, cada acto sexual tuviera que ser la proverbial “cogida del siglo”. Estas cuatro posiciones son nua renuncia a asumir la conjuncion imposible/real del amor y el sexo; un verdadero amor se basta a sí mismo, vuelve al sexo irrelevante - pero precisamente porque “fundamentalmente no importa”, podemos disfrutarlo plenamente sin ninguna presión superyoica… […]