En la plaza, mirando el cielo, Altea preguntó:
-¿Cuantos mundos podemos ignorar?
-Todos los demás.
RECORTES
En la plaza, mirando el cielo, Altea preguntó:
-¿Cuantos mundos podemos ignorar?
-Todos los demás.
La forma mas elemental de violencia simbólica es, como se sabe, la de la elección forzada: “Usted es libre de escoger – con la condicion de que elija la opción correcta”. Cuando estamos atrapados en semejante dificultad, el único gesto subversivo que nos queda es enunciar la prohibición no escrita públicamente y perturbar así lo que Hegel habría llamado la “apariencia esencial” de la eleccion libre. La situación no obstante puede ser más compleja: a veces, la subversión mayor puede consistir en referirse irónicamente a la eleccion forzada como si fuera una veradera elección. En mi juventud, recuerdo la broma que un periódico estudiantil le jugó a los comunistas en el poder. Las elecciones en Yugoslavia eran bastante parecidas a las de los otros países comunistas: el Partido (o, más bien la organización política de masas bajo sus paraguas, torpemente llamada Alianza Socialista del Pueblo Activo) regularmente conseguía, quizás no la norma estalinista del 99,9% de los votos, pero sí una cifra que rondaba el 90% de los votos. Así que, en la tarde del día de la elección, una edición especial de este periódico estudiantil aparecía con las “últimas noticias” en grandes titulares: “¡aunque los resultados finales no se conocen todavía, nuestros reporteros han oído de fuentes confidenciales, cercanas a la comisión de la votación, que